Cuando Sammy me llevo a una venta de segunda mano a comprar un heater entendí que el invierno, el verdadero invierno, había llegado, las mañanas frías de ese frio que se te mete por lo huesos, que empieza a sentirse en los dedos de los pies que están bajo 3 pares de medias.
Y que aun así se siente como si estuvieras caminando sobre hielo con los pies
descalzos, así había empezado mi invierno, en las mañanas yo y mis 7 capas de
ropa empezábamos el día entre el pasto congelado, los pajaritos empezaban a
cantar mucho más tarde y claro el sol si aparecía llegaba hasta mucho después
de que el día ya tuviera luz, lo que me salvaba de morir congelada era la poda,
que me calentaba rápidamente en el esfuerzo físico de cortar ramas mas anchas
que mi 2 dedos pulgares juntos, pero así y todo siempre tenia la tentación de
quedarme en el carro hasta que el sol apareciera para por lo menos tener la
idea de que el frio pasaría en algún momento cercano, tentación que no pude
resistir varias veces.
Después se me
ocurrió que seria mejor llevar cafecito caliente por las mañanas en un vaso de
viaje, tal y como lo hacia la supervisora pero ella con té y entonces mis
mañanas empezaban a ritmo de Juan Valdez.
La mañana más
divertida creo, fue cuando el carro estaba todo congelado, de verdad yo no lo
podía creer, ese día fue mi primer día de granizada real, tuvimos que echar
agua al parabrisas del carro y esperar a que el motor se calentara, y aun así Sammy estaba feliz de que nos estuviéramos escapando del invierno, en
realidad yo no quería ni imaginarme lo que seria en casa, cada vez que veíamos
las noticias del clima estábamos tan felices de estar en kerikeri con nuestros 10C° y nuestros uno que otro día de tormenta
"tropical."
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