sábado, 25 de agosto de 2012

Fin de temporada

Ultimo Bin de 5 del Día!
Los días y con ellos las semanas han pasado,  entre las mañanas frías de mandarinas congeladas por el invierno y las tardes de sol unas con lluvia y barro, otras con cálidas ondas de calor que provocan desnudarse y salir corriendo de los sembrados  de mandarinas a chapucear en el mar. 

Las nuevas amistades se han fortalecido, y las dolencias físicas además de los desafíos y los aprendizajes han pasado por mis días, mostrándome lo fuerte que puedo ser,  lo débil también y 

sorprendiéndome con mi propio sentido de curiosidad hacia la vida.

El silencio de las plantaciones y el trabajo duro te deja ese espacio para pensar y reflexionar, para crear y aprender.
Claro esta, después de un día de trabajo cuando se regresa a la vida, solo se piensa en llegar a casa y tomar una ducha de agua caliente, largos minutos pasan convertidos en góticas que alivianan el dolor físico, y con las cortinas de pececitos de colores del baño de chicas, se ve como el cansancio se convierte en la energía del inicio de la noche, lo que en deporte llaman el segundo aire, que exactamente así, como en el deporte, te da solo el tiempo exacto para cocinar algo delicioso, mas que merecido, y caer noqueado a la cama tipo 8 pm.

En nuestra aventura además hemos aprendido sobre la fe, el creer en si mismo, sobre el extrañar personas que nunca pensaste extrañar, sobre las bendiciones de los que amamos, sobre el elegir bien, creo que el venir en busca de este trabajo incierto, duro desgastante, solo me hace pensar en las cosas buenas, en mi suegra hermosa que es mi madre aquí en kiwiland, con quien somos de las mejores amigas y con quien nos queremos sin celos, con sonrisas y abrazos grandes,  en el extrañara a mi familia que me hace quererlos mucho más y entenderlos mejor .

Las dos horas semanales que tenemos de internet, que al principio para mi el solo pensarlo era causa de  suicidio, no físico más psicológico o mejor dicho tecnológico,  ahora se han convertido en el tiempo de hacer otras cosas, de reinventar el que hacer, explorando nuevas técnicas de baile, aprendiendo a tocar la quena y el charango con Samuel, dibujando y muchas veces planeando animaciones divertidísimas todas sobre sembrados de mandarinas y sus habitantes, además por supuesto tratando de aprovechar el tiempo al máximo cocinando recetas inimaginables, riendo con personas que a penas conoces y viajando en los días libres.
 
Cuando nuestros compañeros de trabajo empezaron a emigrar  rumbo a continuar con su viaje o a regresar a casa, decidimos un día hacer una guerra de mandarinas de despedida, donde con suerte y mucha puntería nos tirábamos todo tipo de mandarías, las pequeñas, las grandes, las duras y las podridas también, fue muy divertido, para la noche decidimos además que era buena idea hacer 2 bins de mandarinas entre todos y con el dinero de estos, comprar cerveza y hacer una fiesta, creo que bailamos hasta el amanecer esa noche y nos divertimos mucho, contando historias y riéndonos alrededor de la chimenea del comedor común.

Al  final de la temporada quedaron los recuerdos del sonido del tren a las 10am para desayunar y luego a la hora del almuerzo y por supuesta el muy esperado a la hora de la salida, que nos traía de regreso al tiempo a pesar de que estando en los sembrados de mandarinas este desapareciera  entre los sonidos de los pájaros, las charlas largas con los amigos y el corte y recorte de la mandarinas, creo que de las cosas mas bonita fue por ejemplo la perrita vecina de uno de los sembrados que venia cada mañana feliz a jugar con todos, esperando que la saludáramos y le tiráramos mandarinas para que ella fuera a recogerlas, y que además siempre trataba de irse con nosotros en la van que nos recogía de los sembrados rumbo al hostel donde vivíamos.
 El puercoespín somnoliento que nos encontramos caminando cerca de los arboles de pino que separan un bloque de sembrado del otro, el supervisor  Tailandés y su tractor que durante las semanas de trabajo en los sembrados solo me pregunto "Are you ok?" Creo que fue porque siempre me encontraba en las situaciones más graciosas, como en mi primer día de granizada que solo me senté en el pasto congelado a esperar que el sol apareciera porque el frio me tenia congelados los dedos de los pies, las manos y hasta el alma, o el día que perdí mi guante de jardinería de florecitas anaranjadas que fue de los primeros regalos que recibí de mi suegra y que me pase buscando por horas enteras en medio de los arboles y hasta debajo de las llantas de su tractor (Que por supuesto nunca encontré hasta muchas semanas después cuando ya habíamos terminado la temporada de mandarinas y empezaba la poda)

Y nada como la felicidad y la satisfacción de la ultima semana antes de enfermarme, donde por fin éramos tan rápidos como para hacernos 5 bins diarios, y el desprendimiento de las cosas materiales como cuando recibí ropa y regalos de muchos viajeros que dejaron cosas casi nuevas que ya no necesitaban más y que yo por haber planeado estar en Kerikeri por 3 semanas y no por 3 meses había dejado olvidadas en casa y muchas otras que había dejado en Colombia por necesidad de viajar ligera antes de llegar aquí al viajar como mochileros por Sur América.
Creo que todas las cosas bonitas y todos los aprendizajes de todos los tonos y texturas, te hacen caer en cuenta de lo realmente importante y de lo superficial, que en verdad no te hace falta para vivir feliz, y que más ejemplo que la sonrisa de un personaje que vivía con su familia en un tráiler olvidado cerca del mar en una playa hermosa que fuimos a visitar, donde tuve mi primer encuentro frente a frente con lo que llaman pobreza en NZ, que no se asemeja a lo que conocemos como Pobreza en Colombia, pero que claramente es el tener menos de todo y de nada, menos de muchas cosas pero mucho de historias de afrontar la vida como viene, de aprovechar lo que se tiene y de compartirlo con otros.

Cuando se acabo la temporada de mandarinas nosotros ya teníamos planes de regresar a casa, descansar y escondernos del invierno, y nuestro jefe junto con nuestro compañeros nos invitaron a todos a un BBQ de despedida donde nos dirían a quienes habían elegido para el trabajo de la poda, además de compartir una comida y charla muy al estilo kiwi y al final de la velada allí están nuestros nombres en la boca de Brad nuestro jefe, Samuel que ya se había enamorada perdidamente de Kerikeri  no podía estar más feliz al saber que empezaríamos una nueva aventura la poda.

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