Ultimo Bin de 5 del Día! |
Las nuevas amistades se han fortalecido, y las dolencias físicas además de los desafíos y los aprendizajes han pasado por mis días, mostrándome lo fuerte que puedo ser, lo débil también y
sorprendiéndome con mi propio sentido de curiosidad hacia la vida.
El silencio de las plantaciones y el trabajo duro te deja ese
espacio para pensar y reflexionar, para crear y aprender.
Claro esta, después
de un día de trabajo cuando se regresa a la vida, solo se piensa en llegar a
casa y tomar una ducha de agua caliente, largos minutos pasan convertidos en
góticas que alivianan el dolor físico, y con las cortinas de pececitos de
colores del baño de chicas, se ve como el cansancio se convierte en la energía
del inicio de la noche, lo que en deporte llaman el segundo aire, que
exactamente así, como en el deporte, te da solo el tiempo exacto para cocinar
algo delicioso, mas que merecido, y caer noqueado a la cama tipo 8 pm.
En nuestra aventura
además hemos aprendido sobre la fe, el creer en si mismo, sobre el extrañar
personas que nunca pensaste extrañar, sobre las bendiciones de los que amamos,
sobre el elegir bien, creo que el venir en busca de este trabajo incierto, duro
desgastante, solo me hace pensar en las cosas buenas, en mi suegra hermosa que
es mi madre aquí en kiwiland, con quien somos de las mejores amigas y con quien
nos queremos sin celos, con sonrisas y abrazos grandes, en el extrañara a mi familia que me hace
quererlos mucho más y entenderlos mejor .
Las dos horas
semanales que tenemos de internet, que al principio para mi el solo pensarlo
era causa de suicidio, no físico más
psicológico o mejor dicho tecnológico,
ahora se han convertido en el tiempo de hacer otras cosas, de reinventar
el que hacer, explorando nuevas técnicas de baile, aprendiendo a tocar la quena
y el charango con Samuel, dibujando y muchas veces planeando animaciones
divertidísimas todas sobre sembrados de mandarinas y sus habitantes, además por
supuesto tratando de aprovechar el tiempo al máximo cocinando recetas
inimaginables, riendo con personas que a penas conoces y viajando en los días
libres.
Cuando nuestros
compañeros de trabajo empezaron a emigrar
rumbo a continuar con su viaje o a regresar a casa, decidimos un día
hacer una guerra de mandarinas de despedida, donde con suerte y mucha puntería
nos tirábamos todo tipo de mandarías, las pequeñas, las grandes, las duras y
las podridas también, fue muy divertido, para la noche decidimos además que era
buena idea hacer 2 bins de mandarinas entre todos y con el dinero de estos,
comprar cerveza y hacer una fiesta, creo que bailamos hasta el amanecer esa
noche y nos divertimos mucho, contando historias y riéndonos alrededor de la
chimenea del comedor común.
Al final de la temporada quedaron los recuerdos
del sonido del tren a las 10am para desayunar y luego a la hora del almuerzo y
por supuesta el muy esperado a la hora de la salida, que nos traía de regreso
al tiempo a pesar de que estando en los sembrados de mandarinas este
desapareciera entre los sonidos de los
pájaros, las charlas largas con los amigos y el corte y recorte de la
mandarinas, creo que de las cosas mas bonita fue por ejemplo la perrita vecina
de uno de los sembrados que venia cada mañana feliz a jugar con todos,
esperando que la saludáramos y le tiráramos mandarinas para que ella fuera a
recogerlas, y que además siempre trataba de irse con nosotros en la van que nos
recogía de los sembrados rumbo al hostel donde vivíamos.
El puercoespín somnoliento que nos encontramos
caminando cerca de los arboles de pino que separan un bloque de sembrado del
otro, el supervisor Tailandés y su
tractor que durante las semanas de trabajo en los sembrados solo me pregunto
"Are you ok?" Creo que fue porque siempre me encontraba en las
situaciones más graciosas, como en mi primer día de granizada que solo me senté
en el pasto congelado a esperar que el sol apareciera porque el frio me tenia
congelados los dedos de los pies, las manos y hasta el alma, o el día que perdí
mi guante de jardinería de florecitas anaranjadas que fue de los primeros
regalos que recibí de mi suegra y que me pase buscando por horas enteras en
medio de los arboles y hasta debajo de las llantas de su tractor (Que por
supuesto nunca encontré hasta muchas semanas después cuando ya habíamos
terminado la temporada de mandarinas y empezaba la poda)
Y nada como la
felicidad y la satisfacción de la ultima semana antes de enfermarme, donde por
fin éramos tan rápidos como para hacernos 5 bins diarios, y el desprendimiento
de las cosas materiales como cuando recibí ropa y regalos de muchos viajeros
que dejaron cosas casi nuevas que ya no necesitaban más y que yo por haber
planeado estar en Kerikeri por 3 semanas y no por 3 meses había dejado
olvidadas en casa y muchas otras que había dejado en Colombia por necesidad de
viajar ligera antes de llegar aquí al viajar como mochileros por Sur América.
Creo que todas las
cosas bonitas y todos los aprendizajes de todos los tonos y texturas, te hacen
caer en cuenta de lo realmente importante y de lo superficial, que en verdad no
te hace falta para vivir feliz, y que más ejemplo que la sonrisa de un personaje
que vivía con su familia en un tráiler olvidado cerca del mar en una playa
hermosa que fuimos a visitar, donde tuve mi primer encuentro frente a frente
con lo que llaman pobreza en NZ, que no se asemeja a lo que conocemos como
Pobreza en Colombia, pero que claramente es el tener menos de todo y de nada,
menos de muchas cosas pero mucho de historias de afrontar la vida como viene,
de aprovechar lo que se tiene y de compartirlo con otros.
Cuando se acabo la
temporada de mandarinas nosotros ya teníamos planes de regresar a casa,
descansar y escondernos del invierno, y nuestro jefe junto con nuestro
compañeros nos invitaron a todos a un BBQ de despedida donde nos dirían a
quienes habían elegido para el trabajo de la poda, además de compartir una
comida y charla muy al estilo kiwi y al final de la velada allí están nuestros
nombres en la boca de Brad nuestro jefe, Samuel que ya se había enamorada
perdidamente de Kerikeri no podía estar
más feliz al saber que empezaríamos una nueva aventura la poda.
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